COLABORACIONES: Gacelas versus Bernarda, por Alba Alumnos 4º ESO C-D del IES Cueva Santa de Segorbe – España: Sara Bolumar Gómez, Tamara Serrano Chover, Laura Escrig Gómez, Patri Sanahúja, Víctor Sánchez Sánchez, Alicia Doñate, Elena Sáez Martínez, Víctor Almendro Ribas, Sergio Rodríguez Martínez, Javier González Calpe, Ricardo Piquer Huerta, Aurora Salvador Muñoz, Lukia Mendes, Álvaro Mondragón Mateo, Alejandro Martín Bolumar, María teresa torrejón, Alberto Irueste Pérez, Jorge Marín, Marián Gómez Valero, Ana Portolés Vidal, Bianca Arnaut, Vanesa Enguídanos Punter, José Vicente Sánchez Vargues, Eduardo Beltrán, Sofía Martín Marín, Raquel Castañer Clausí, Diana Turcu, Katie Elizabeth Beardsell, Oscar Hernández Moreno, Estíbaliz Torres Gil, dirección: María Elena Picó Cruzans – Marzo 2013
Este trabajo está
relacionado con el artículo de Ancrugon de noviembre 2011: El arpa dormida:
Gacelas de Lorca.
Gacela 1
Gacela del amor imprevisto
Gacela del amor imprevisto
Nadie comprendía el perfume
de la oscura magnolia de tu
vientre.
Nadie sabía que martirizabas
un colibrí de amor entre los dientes.
Mil caballitos persas se dormían
en la plaza con luna de tu
frente,
mientras que yo enlazaba cuatro
noches
tu cintura, enemiga de la nieve.
Entre yeso y jazmines, tu mirada
era un pálido ramo de simientes.
Yo busqué, para darte, por mi
pecho
las letras de marfil que dicen
siempre,
siempre, siempre: jardín de mi
agonía,
tu cuerpo fugitivo para siempre,
la sangre de tus venas en mi
boca,
tu boca ya sin luz para mi
muerte.
ALEJANDRO MARTÍN
BOLUMAR
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Yo identifico la Gacela 1 cuando en el tercer
acto están hablando Martirio y Adela y Adela dice que Pepe la quiere a ella.
La casa de Bernarda Alba
Fragmento
Fragmento
Martirio: Agradece a la casualidad que no desaté mi lengua.
Adela: También hubiera hablado yo.
Martirio: ¿Y qué ibas a decir? ¡Querer no es hacer!
Adela: Hace la que puede y la que se adelanta. Tú querías,
pero no has podido.
Martirio: No seguirás mucho tiempo.
Adela: ¡Lo tendré todo!
Martirio: Yo romperé tus abrazos.
Adela: (Suplicante.)
¡Martirio, déjame!
Martirio: ¡De ninguna!
Adela: ¡Él me quiere para su casa!
Martirio: ¡He visto cómo te abrazaba!
Adela: Yo no quería. He ido como arrastrada por una maroma.
Martirio: ¡Primero muerta!
Gacela 2
Gacela de la terrible presencia
Gacela de la terrible presencia
Yo quiero que el agua se quede
sin cauce,
yo quiero que el viento se quede
sin valles.
Quiero que la noche se quede sin
ojos
y mi corazón sin flor del oro;
que los bueyes hablen con las
grandes hojas
y que la lombriz se muera de
sombra;
que brillen los dientes de la
calavera
y los amarillos inunden la seda.
Puedo ver el duelo de la noche
herida
luchando enroscada con el
mediodía.
Resiste un ocaso de verde veneno
y los arcos rotos donde sufre el
tiempo.
Pero no ilumines tu limpio
desnudo
como un negro cactus abierto en
los juncos.
Déjame en un ansia de oscuros
planetas,
pero no me enseñes tu cintura
fresca.
RICARDO PIQUER HUERTA
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Yo incluiría la gacela número 2, Gacela de la terrible presencia, en el
tercer acto del libro de "La
casa de Bernarda Alba", cuando Martirio descubre a Adela, la hermana
pequeña, y Pepe el Romano viéndose a escondidas y enfurecida, comienza a
discutir con su hermana Adela, ya que Martirio también está enamorada de Pepe
el Romano, despertando a toda la casa y es cuando Angustias descubre que Pepe
el Romano le engañaba con su hermana Adela.
La casa de Bernarda Alba
Fragmento
Fragmento
Martirio: Agradece a la casualidad que no desaté mi lengua.
Adela: También hubiera hablado yo.
Martirio: ¿Y qué ibas a decir? ¡Querer no es hacer!
Adela: Hace la que puede y la que se adelanta. Tú querías,
pero no has podido.
Martirio: No seguirás mucho tiempo.
Adela: ¡Lo tendré todo!
Martirio: Yo romperé tus abrazos.
Adela: (Suplicante.)
¡Martirio, déjame!
Martirio: ¡De ninguna!
Adela: ¡Él me quiere para su casa!
Martirio: ¡He visto cómo te abrazaba!
Adela: Yo no quería. He ido como arrastrada por una maroma.
Martirio: ¡Primero muerta!
EDUARDO BELTRÁN
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Yo identifico la gacela número 2 con una
escena del primer acto, en la que Bernarda dice a sus hijas (sobre todo a
Magdalena) que en esa casa se hará lo que ella diga y que cada colectivo humano
(hombres y mujeres) sirven para hacer una cosa en la vida, pero muy distinta de
la del otro. Además, representa la aceptación de lo dicho por Bernarda por
parte de algunas de sus hijas.
La casa de Bernarda Alba
Fragmento
Fragmento
Bernarda: Igual
que si hubiera pasado por ella una manada de cabras. (La Poncia limpia el suelo) Niña, dame un abanico.
Amelia: Tome
usted. (Le da un abanico redondo con
flores rojas y verdes.)
Bernarda: (Arrojando el abanico al suelo) ¿Es éste
el abanico que se da a una viuda? Dame uno negro y aprende a respetar el luto
de tu padre.
Martirio: Tome
usted el mío.
Bernarda: ¿Y tú?
Martirio: Yo no
tengo calor.
Bernarda: Pues
busca otro, que te hará falta. En ocho años que dure el luto no ha de entrar en
esta casa el viento de la calle. Haceros cuenta que hemos tapiado con ladrillos
puertas y ventanas. Así pasó en casa de mi padre y en casa de mi abuelo.
Mientras, podéis empezar a bordaros el ajuar. En el arca tengo veinte piezas de
hilo con el que podréis cortar sábanas y embozos. Magdalena puede bordarlas.
Magdalena: Lo mismo
me da.
Adela: (Agria) Si no queréis bordarlas irán sin
bordados. Así las tuyas lucirán más.
Magdalena: Ni las
mías ni las vuestras. Sé que yo no me voy a casar. Prefiero llevar sacos al
molino. Todo menos estar sentada días y días dentro de esta sala oscura.
Bernarda: Eso
tiene ser mujer
Magdalena: Malditas
sean las mujeres.
Bernarda: Aquí se
hace lo que yo mando. Ya no puedes ir con el cuento a tu padre. Hilo y aguja
para las hembras. Látigo y mula para el varón. Eso tiene la gente que nace con
posibles.
Gacela 3
Gacela del amor desesperado
Gacela del amor desesperado
La noche no quiere venir
para que tú no vengas,
ni yo pueda ir.
Pero yo iré,
aunque un sol de alacranes me coma la sien.
Pero tú vendrás
con la lengua quemada por la lluvia de sal.
El día no quiere venir
para que tú no vengas,
ni yo pueda ir.
Pero yo iré
entregando a los sapos mi mordido clavel.
Pero tú vendrás
por las turbias cloacas de la oscuridad.
Ni la noche ni el día quieren venir
para que por ti muera
y tú mueras por mí.
TAMARA SERRANO CHOVER
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Yo incluiría la Gacela del amor desesperado
(número 3) con los acontecimientos que no pueden ocurrir con Angustias, ya que,
su novio no va a verla por las noches porque se va a la capital con su madre.
Esta escena representa el alejamiento entre la pareja.
La casa de Bernarda Alba
Fragmento
Fragmento
Bernarda: ¿A qué
hora terminaste anoche de hablar?
Angustias: A las
doce y media.
Bernarda: ¿Qué
cuenta Pepe?
Angustias: Yo lo
encuentro distraído. Me habla siempre como pensando en otra cosa. Si le
pregunto qué le pasa, me contesta: «Los hombres tenemos nuestras preocupaciones.»
Bernarda: No le
debes preguntar. Y cuando te cases, menos. Habla si él habla y míralo
cuando te mire. Así no tendrás disgustos.
Angustias: Yo creo,
madre, que él me oculta muchas cosas.
Bernarda: No
procures descubrirlas, no le preguntes y, desde luego, que no te vea llorar jamás.
Angustias: Debía
estar contenta y no lo estoy.
Bernarda: Eso es
lo mismo.
Angustias: Muchas
veces miro a Pepe con mucha fijeza y se me borra a través de los hierros, como si lo tapara una nube de polvo
de las que levantan los rebaños.
Bernarda: Eso son
cosas de debilidad.
Angustias: ¡Ojalá!
Bernarda: ¿Viene
esta noche?
Angustias: No. Fue
con su madre a la capital.
JAVIER GONZÁLEZ CALPE
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Yo identifico la gacela nº 3 "del amor
desesperado" con el deseo de las cinco hijas de Bernarda, que pese a lo
que quiere su madre, todas quieren enamorarse y es Adela la que mejor lo
representa.
ANA PORTOLÉS VIDAL
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Yo relacionaría la gacela número 3 ("Gacela del amor desesperado")
en el libro "La Casa de Bernarda
Alba" cuando Adela muere de amor por Pepe el Romano, y él por ella,
pero ésta no se da cuenta que es algo platónico e imposible porque éste va a casarse
con su hermana Angustias.
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Yo relacionaría la gacela número 3 ("Gacela del amor desesperado") en
el libro "La Casa de Bernarda
Alba" cuando Adela y Pepe el Romano se aman en silencio que ya
es imposible llevar a cabo el amor que sienten uno por el otro,
porque él se va a casar con su hermana Angustias.
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Yo identifico la gacela número 3 "Gacela del amor desesperado"
con el amor de Adela y Pepe el Romano en el libro "La casa de Bernarda Alba" porque los dos se aman y
quieren estar juntos pero no deben, ya que es su hermana mayor (Angustias) la
que se va a casar con Pepe el Romano. Este amor lo único que provoca son
desgracias ya que acaban con la vida de Adela.
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Yo identifico la gacela nº 3 "El amor desesperado" con el
deseo que tiene Adela hacía Pepe el Romano y que haría cualquier cosa por
casarse con él en lugar de Angustias.
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Yo relacionaría esta gacela de García Lorca
con la escena del libro de
la Casa de Bernarda Alba en la que Adela está discutiendo con sus
hermanas, en especial con Martirio, porque ella quiere a Pepe el Romano
y quiere estar con él pero todos y todo está en su contra para poder
estar con Pepe el Romano y ella dice:
- Ya no aguanto el horror de estos techos después de haber probado el
hermanas, en especial con Martirio, porque ella quiere a Pepe el Romano
y quiere estar con él pero todos y todo está en su contra para poder
estar con Pepe el Romano y ella dice:
- Ya no aguanto el horror de estos techos después de haber probado el
sabor de su boca. Seré lo que él quiera que sea. Todo el pueblo contra
mí, quemándome con sus dedos de lumbre, perseguida por las que dicen
que son decentes, y me pondré delante de todos la corona de espinas que tienen las que son queridas de algún hombre casado. (página 93).
mí, quemándome con sus dedos de lumbre, perseguida por las que dicen
que son decentes, y me pondré delante de todos la corona de espinas que tienen las que son queridas de algún hombre casado. (página 93).
SERGIO RODRÍGUEZ
MARTÍNEZ
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Elijo la
Gacela nº 3 (Gacela del amor desesperado) en relación al segundo acto cuando
Adela y la Poncia se enfrentan, y en el tercer acto cuando Adela es
descubierta por su hermana Martirio y discuten por la relación que
mantiene con Pepe el Romano. Adela lucha contra viento y marea por la
satisfacción de sus instintos, enfrentándose a la sociedad y sacrificando su
propia vida con tal de disfrutar del amor, "un amor desesperado".
La casa de Bernarda Alba
Fragmento
Fragmento
La Poncia: ¡Adela, que es tu hermana, y
además la que más te quiere!
Adela: Me sigue a todos lados. A veces
se asoma a mi cuarto para ver si duermo. No me deja respirar. Y siempre:
"¡Qué lástima de cara!¡Qué lástima de cuerpo, que no va a ser para
nadie!" ¡Y eso no! Mi cuerpo será de quien yo quiera!
La Poncia: (Con intención y en voz baja.) De Pepe el Romano, ¿no es eso?
Adela: (Sobrecogida.) ¿Qué dices?
La Poncia: ¡Lo que digo, Adela!
Adela: ¡Calla!
La Poncia: (Alto.) ¿Crees que no me he fijado?
Adela: ¡Baja la voz!
La Poncia: ¡Mata esos pensamientos!
Adela: ¿Qué sabes tú?
La Poncia: Las viejas vemos a través de las
paredes. ¿Dónde vas de noche cuando te levantas?
Adela: ¡Ciega debías estar!
La Poncia: Con la cabeza y las manos llenas
de ojos cuando se trata de lo que se trata. Por mucho que pienso no sé lo que
te propones. ¿Por qué te pusiste casi desnuda con la luz encendida y la ventana
abierta al pasar Pepe el segundo día que vino a hablar con tu hermana?
Adela: ¡Eso no es verdad!
La Poncia: ¡No seas como los niños chicos!
Deja en paz a tu hermana y si Pepe el Romano te gusta te aguantas. (Adela llora.) Además, ¿quién dice que
no te puedas casar con él? Tu hermana Angustias es una enferma. Ésa no resiste
el primer parto. Es estrecha de cintura, vieja, y con mi conocimiento te digo
que se morirá. Entonces Pepe hará lo que hacen todos los viudos de esta tierra:
se casará con la más joven, la más hermosa, y ésa eres tú. Alimenta esa
esperanza, olvídalo. Lo que quieras, pero no vayas contra la ley de Dios.
Adela: ¡Calla!
La Poncia: ¡No callo!
Adela: Métete en tus cosas, ¡oledora!
¡pérfida!
La Poncia: ¡Sombra tuya he de ser!
Adela: En vez de limpiar la casa y
acostarte para rezar a tus muertos, buscas como una vieja marrana asuntos de
hombres y mujeres para babosear en ellos.
La Poncia: ¡Velo! Para que las gentes no
escupan al pasar por esta puerta.
Adela: ¡Qué cariño tan grande te ha
entrado de pronto por mi hermana!
La Poncia: No os tengo ley a ninguna, pero
quiero vivir en casa decente. ¡No quiero mancharme de vieja!
Adela: Es inútil tu consejo. Ya es
tarde. No por encima de ti, que eres una criada, por encima de mi madre
saltaría para apagarme este fuego que tengo levantado por piernas y boca. ¿Qué
puedes decir de mí? Que me encierro en mi cuarto y no abro la puerta? ¿Que no duermo? ¡Soy más lista
que tú! Mira a ver si puedes agarrar la liebre con tus manos.
La Poncia: No me desafíes. ¡Adela, no me
desafíes! Porque yo puedo dar voces, encender luces y hacer que toquen las
campanas.
Adela: Trae cuatro mil bengalas
amarillas y ponlas en las bardas del corral. Nadie podrá evitar que suceda lo
que tiene que suceder.
La Poncia: ¡Tanto te gusta ese hombre!
Adela: ¡Tanto! Mirando sus ojos me
parece que bebo su sangre lentamente.
La Poncia: Yo no te puedo oír.
Adela: ¡Pues me oirás! Te he tenido miedo.
¡Pero ya soy más fuerte que tú!
MARÍA TERESA TORREJÓN
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Identificaría la Gacela 3 "Gacela del amor desesperado"
con el deseo que tiene Adela de que llegue la noche y reunirse con Pepe el
Romano en el corral. Aunque haya impedimentos como que Pepe se va a casar con
Angustias, que su madre no quiere que esté con ningún hombre y la envidia de su
hermana Martirio, ellos harán lo posible para estar juntos.
La casa de Bernarda Alba
Fragmento
Fragmento
Adela: ¿Por qué me buscas?
Martirio: ¡Deja a
ese hombre!
Adela: ¿Quién
eres tú para decírmelo?
Martirio: No es
ése el sitio de una mujer honrada.
Adela: ¡Con qué
ganas te has quedado de ocuparlo!
Martirio: (En voz alta.) Ha llegado el momento de
que yo hable. Esto no puede seguir así.
Adela: Esto no
es más que el comienzo. He tenido fuerza para adelantarme. El brío y el mérito
que tú no tienes. He visto la muerte debajo de estos techos y he salido a
buscar lo que era mío, lo que me pertenecía.
Martirio: Ese
hombre sin alma vino por otra. Tú te has atravesado.
Adela: Vino por
el dinero, pero sus ojos los puso siempre en mí.
Martirio: Yo no
permitiré que lo arrebates. El se casará con Angustias.
Adela: Sabes
mejor que yo que no la quiere.
Martirio: Lo sé.
Adela: Sabes,
porque lo has visto, que me quiere a mí.
Martirio: (Desesperada.) Sí.
Adela: (Acercándose.) Me quiere a mí, me quiere
a mí.
Martirio: Clávame
un cuchillo si es tu gusto, pero no me lo digas más.
Adela: Por eso
procuras que no vaya con él. No te importa que abrace a la que no quiere. A mí,
tampoco. Ya puede estar cien años con Angustias. Pero que me abrace a mí se te
hace terrible, porque tú lo quieres también, ¡lo quieres!
Martirio: (Dramática.) ¡Sí! Déjame decirlo con la
cabeza fuera de los embozos. ¡Sí! Déjame que el pecho se me rompa como una
granada de amargura. ¡Le quiero!
Adela: (En un arranque, y abrazándola.)
Martirio, Martirio, yo no tengo la culpa.
Martirio: ¡No me
abraces! No quieras ablandar mis ojos. Mi sangre ya no es la tuya, y aunque
quisiera verte como hermana no te miro ya más que como mujer. (La rechaza.)
Adela: Aquí no
hay ningún remedio. La que tenga que ahogarse que se ahogue. Pepe el Romano es
mío. Él me lleva a los juncos de la orilla.
Martirio: ¡No
será!
Adela: Ya no
aguanto el horror de estos techos después de haber probado el sabor de su boca.
Seré lo que él quiera que sea. Todo el pueblo contra mí, quemándome con sus dedos
de lumbre, perseguida por los que dicen que son decentes, y me pondré delante
de todos la corona de espinas que tienen las que son queridas de algún hombre
casado.
Martirio: ¡Calla!
Adela: Sí, sí. (En voz baja.) Vamos a dormir, vamos a
dejar que se case con Angustias. Ya no me importa. Pero yo me iré a una casita
sola donde él me verá cuando quiera, cuando le venga en gana.
Martirio: Eso no
pasará mientras yo tenga una gota de sangre en el cuerpo.
Adela: No a ti,
que eres débil: a un caballo encabritado soy capaz de poner de rodillas con la
fuerza de mi dedo meñique.
Martirio: No
levantes esa voz que me irrita. Tengo el corazón lleno de una fuerza tan mala,
que sin quererlo yo, a mí misma me ahoga.
Adela: Nos
enseñan a querer a las hermanas. Dios me ha debido dejar sola, en medio de la
oscuridad, porque te veo como si no te hubiera visto nunca.
(Se oye un silbido y Adela corre a la puerta, pero
Martirio se le pone delante.)
JOSÉ VICENTE SÁNCHEZ
VARGUES
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Yo diría que la Gacela número 3: "Gacela del amor desesperado"
estaría bien identificada con las partes de la historia en las que tanto
Angustias como Adela esperan la llegada de Pepe el Romano
La casa de Bernarda Alba
Fragmento
Fragmento
La Poncia: ¡Pero lo
que son las cosas! A su edad. ¡Hay que ver el entusiasmo de Angustias con su
novio!¡Y él también parece muy picado! Ayer me contó mi hijo mayor que a las
cuatro y media de la madrugada, que pasó por la calle con la yunta, estaban
hablando todavía.
Bernarda: ¡A las
cuatro y media!
Angustias: (Saliendo.) ¡Mentira!
La Poncia: Eso me
contaron.
Bernarda: (A Angustias.) ¡Habla!
Angustias: Pepe
lleva más de una semana marchándose a la una. Que Dios me mate si miento.
Martirio: (Saliendo.) Yo también lo sentí
marcharse a las cuatro.
Bernarda: Pero,
¿lo viste con tus ojos?
Martirio: No quise
asomarme. ¿No habláis ahora por la ventana del callejón?
Angustias: Yo hablo
por la ventana de mi dormitorio.
(Aparece Adela en la puerta.)
Martirio:
Entonces...
Bernarda: ¿Qué es
lo que pasa aquí?
La Poncia: ¡Cuida
de enterarte! Pero, desde luego, Pepe estaba a las cuatro de la madrugada en
una reja de tu casa.
Bernarda: ¿Lo
sabes seguro?
La Poncia: Seguro
no se sabe nada en esta vida.
Adela: Madre,
no oiga usted a quien nos quiere perder a todas.
Bernarda: ¡Yo
sabré enterarme! Si las gentes del pueblo quieren levantar falsos testimonios
se encontrarán con mi pedernal. No se hable de este asunto. Hay a veces una ola
de fango que levantan los demás para perdernos.
Gacela 4
Gacela del amor que no se deja ver
Gacela del amor que no se deja ver
Solamente por oír
la campana de la Vela
te puse una corona de verbena.
Granada era una luna
ahogada entre las yedras.
Solamente por oír
la campana de la Vela
desgarré mi jardín de Cartagena.
Granada era una corza
rosa por las veletas.
Solamente por oír
la campana de la Vela
me abrasaba en tu cuerpo
sin saber de quién era.
ALBERTO IRUESTE PÉREZ
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Yo identifico la gacela número 4 "Gacela del amor que no se deja
ver" con las hijas de Bernarda que desean tener un amor en sus vidas y
no pueden, porque su madre no les deja salir ni a la calle para guardar los
ocho años de luto por la muerte de su marido. Menos Angustias que no tenía que
guardar el luto porque no era su padre (ella fue fruto del primer matrimonio de
Bernarda).
La casa de Bernarda Alba
Fragmento
Fragmento
(Entra Magdalena.)
Magdalena: ¿Qué
hacéis?
Martirio: Aquí.
Amelia: ¿Y tú?
Magdalena: Vengo de
correr las cámaras. Por andar un poco. De ver los cuadros bordados en cañamazo
de nuestra abuela, el perrito de lanas y el negro luchando con el león, que
tanto nos gustaba de niñas. Aquélla era una época más alegre. Una boda duraba
diez días y no se usaban las malas lenguas. Hoy hay más finura. Las novias se ponen
velo blanco como en las poblaciones, y se bebe vino de botella, pero nos pudrimos
por el qué dirán.
Martirio: ¡Sabe
Dios lo que entonces pasaría!
Amelia: (A Magdalena.) Llevas desabrochados los
cordones de un zapato.
Magdalena: ¡Qué más
da!
Amelia: ¡Te los
vas a pisar y te vas a caer!
Magdalena: ¡Una
menos!
Martirio: ¿Y
Adela?
Magdalena: ¡Ah! Se
ha puesto el traje verde que se hizo para estrenar el día de su cumpleaños, se
ha ido al corral y ha comenzado a voces: "¡Gallinas, gallinas,
miradme!" ¡Me he tenido que reír!
Amelia: ¡Si la
hubiera visto madre!
Magdalena:
¡Pobrecilla! Es la más joven de nosotras y tiene ilusión. ¡Daría algo por verla
feliz!
Gacela 5
Gacela del niño muerto
Gacela del niño muerto
Todas las tardes en Granada,
todas las tardes se muere un
niño.
Todas las tardes el agua se
sienta
a conversar con sus amigos.
Los muertos llevan alas de musgo.
El viento nublado y el viento
limpio
son dos faisanes que vuelan por
las torres
y el día es un muchacho herido.
No quedaba en el aire ni una
brizna de alondra
cuando yo te encontré por las
grutas del vino
No quedaba en la tierra ni una
miga de nube
cuando te ahogabas por el río.
Un gigante de agua cayó sobre los
montes
y el valle fue rodando con perros
y con lirios.
Tu cuerpo, con la sombra violeta
de mis manos,
era, muerto en la orilla, un
arcángel de frío.
ÁLVARO MONDRAGÓN
MATEO
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Para mí, la Gacela nº5, la "Gacela del niño muerto" habla
de un momento de la historia donde las hijas de Bernarda se ponen a hablar de
que les gustaría casarse para ser libres, pero sabiendo que de todas maneras
seguirán siendo esclavas pero con distinto dueño.
Me ha sido muy difícil decidirme por una, ya
que prácticamente todo el libro se puede relacionar con dicha Gacela, pero mi
elección ha sido esta, ya que es la que creo que mejor se acopla a la Gacela.
La casa de Bernarda Alba
Fragmento
Fragmento
Magdalena: ¿Te han visto ya las gallinas?
Adela: ¿Y qué querías que hiciera?
Amelia: ¡Si te ve nuestra madre te
arrastra del pelo!
Adela: Tenía mucha ilusión con el
vestido. Pensaba ponérmelo el día que vamos a comer sandías a la noria. No
hubiera habido otro igual.
Martirio: ¡Es un vestido precioso!
Adela: Y me está muy bien. Es lo que
mejor ha cortado Magdalena.
Magdalena: ¿Y las gallinas qué te han
dicho?
Adela: Regalarme unas cuantas pulgas
que me han acribillado las piernas.
(Ríen)
Martirio: Lo que puedes hacer es teñirlo
de negro.
Magdalena: Lo mejor que puedes hacer es
regalárselo a Angustias para la boda con Pepe el Romano.
Adela: (Con emoción contenida.) ¡Pero Pepe el Romano...!
Amelia: ¿No lo has oído decir?
Adela: No.
Magdalena: ¡Pues ya lo sabes!
Adela: ¡Pero si no puede ser!
Magdalena: ¡El dinero
lo puede todo!
Adela: ¿Por eso ha
salido detrás del duelo y estuvo mirando por el portón? (Pausa) Y ese hombre es capaz de...
Magdalena: Es capaz de todo.
(Pausa)
Martirio: ¿Qué piensas, Adela?
Adela: Pienso que este luto me ha
cogido en la peor época de mi vida para pasarlo.
Magdalena: Ya te acostumbrarás.
Adela: (Rompiendo a llorar con ira) ¡No, no me acostumbraré! Yo no quiero
estar encerrada. No quiero que se me pongan las carnes como a vosotras. ¡No
quiero perder mi blancura en estas habitaciones! ¡Mañana me pondré mi vestido
verde y me echaré a pasear por la calle! ¡Yo quiero salir!
Gacela 6
Gacela de la raíz amarga
Gacela de la raíz amarga
Hay una raíz amarga
y un mundo de mil terrazas.
Ni la mano más pequeña
quiebra la puerta del agua.
¿Dónde vas, adónde, dónde?
Hay un cielo de mil ventanas
-batalla de abejas lívidasy
hay una raíz amarga.
Amarga.
Duele en la planta del pie
el interior de la cara,
y duele en el tronco fresco
de noche recién cortada.
¡Amor, enemigo mío,
muerde tu raíz amarga!
PATRI SANHÚJA
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Yo incluiría la gacela 6 en el segundo acto
cuando Adela esta triste y no sale porque piensa en Pepe Romano
La casa de Bernarda Alba
Fragmento
Fragmento
Martirio: Agradece a la
casualidad que no desaté mi lengua. Adela: También hubiera hablado yo.
Martirio: ¿Y qué ibas a decir?
¡Querer no es hacer!
Adela: Hace la que puede y
la que se adelanta. Tú querías, pero no has podido.
Martirio: No seguirás mucho
tiempo.
Adela: ¡Lo tendré todo!
Martirio: Yo romperé tus
abrazos.
Adela: (Suplicante.)
¡Martirio, déjame!
Martirio: ¡De ninguna!
Adela: ¡Él me quiere para
su casa!
Martirio: ¡He visto cómo te
abrazaba!
Adela: Yo no quería. He ido
como arrastrada por una maroma.
Martirio: ¡Primero muerta!
AURORA SALVADOR MUÑOZ
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Yo incluiría la Gacela 6: Gacela de la raíz amarga, en el acto
segundo cuando Adela se suicida creyendo que su madre había matado a su amado
Pepe Romano. Intentan detenerla pero llegaron demasiado tarde.
La casa de Bernarda Alba
Fragmento
Fragmento
Adela:
¡Pepe!¡Dios mío!¡Pepe! (Sale corriendo.)
La Poncia: ¿Pero lo
habéis matado?
Martirio:
¡No!¡Salió corriendo en la jaca!
Bernarda: No fue
culpa mía. Una mujer no sabe apuntar.
Magdalena: ¿Por qué
lo has dicho entonces?
Martirio: ¡Por
ella! Hubiera volcado un río de sangre sobre su cabeza.
La Poncia: Maldita.
Magdalena:
¡Endemoniada!
Bernarda: Aunque
es mejor así. (Se oye como un golpe.) ¡Adela!¡Adela!
La Poncia: (En la puerta.) ¡Abre!
Bernarda: Abre. No
creas que los muros defienden de la vergüenza.
Criada: (Entrando.) ¡Se han levantado los
vecinos!
Bernarda: (En voz baja, como un rugido.) ¡Abre,
porque echaré abajo la puerta!
(Pausa. Todo queda en silencio) ¡Adela! (Se retira
de la puerta.) ¡Trae un martillo! (La
Poncia da un empujón y entra. Al entrar da un grito y
sale.) ¿Qué?
La Poncia: (Se lleva las manos al cuello.) ¡Nunca
tengamos ese fin!
(Las hermanas se echan hacia atrás. La Criada se
santigua. Bernarda da un grito y
avanza.)
La Poncia: ¡No
entres!
Bernarda: No. ¡Yo
no! Pepe: irás corriendo vivo por lo oscuro de las alamedas, pero
otro día caerás. ¡Descolgarla! ¡Mi hija ha
muerto virgen! Llevadla a su cuarto y vestirla
como si fuera doncella. ¡Nadie dirá
nada!¡Ella ha muerto virgen! Avisad que al
amanecer den dos clamores las campanas.
Martirio: Dichosa
ella mil veces que lo pudo tener.
Bernarda: Y no
quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! (A
otra hija.) ¡A
callar he dicho! (A otra hija.) Las
lágrimas cuando estés sola. ¡Nos
hundiremos todas en un mar de luto! Ella, la
hija menor de Bernarda Alba, ha muerto
virgen. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio
he dicho! ¡Silencio!
Gacela 7
Gacela del recuerdo del amor
Gacela del recuerdo del amor
No te lleves tu recuerdo.
Déjalo solo en mi pecho,
temblor de blanco cerezo
en el martirio de enero.
Me separa de los muertos
un muro de malos sueños.
Doy pena de lirio fresco
para un corazón de yeso.
Toda la noche en el huerto
mis ojos, como dos perros.
Toda la noche, comiendo
los membrillos de veneno.
Algunas veces el viento
es un tulipán de miedo,
es un tulipán enfermo,
la madrugada de invierno.
Un muro de malos sueños
me separa de los muertos.
La niebla cubre en silencio
el valle gris de tu cuerpo.
Por el arco del encuentro
la cicuta está creciendo.
Pero deja tu recuerdo
déjalo sólo en mi pecho.
LUKIA MENDES
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Yo añadiría la Gacela del recuerdo del amor (numero 7) junto al breve pero intenso
momento cuando Adela cree que Bernarda ha matado a Pepe.
La casa de Bernarda Alba
Fragmento
(Suena un disparo.)
Bernarda: (Entrando.) Atrévete a buscarlo ahora.
Martirio: (Entrando.) Se acabó Pepe el Romano.
Adela:
¡Pepe!¡Dios mío!¡Pepe! (Sale corriendo.)
La Poncia: ¿Pero lo
habéis matado?
Martirio:
¡No!¡Salió corriendo en la jaca!
Bernarda: No fue
culpa mía. Una mujer no sabe apuntar.
Magdalena: ¿Por qué
lo has dicho entonces?
Martirio: ¡Por
ella! Hubiera volcado un río de sangre sobre su cabeza.
La Poncia: Maldita.
Magdalena:
¡Endemoniada!
JORGE MARÍN
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Yo identifico la Gacela 7 (Gacela del recuerdo del amor) en el
libro de "La casa de Bernarda
Alba" cuando Adela habla con Pepe el Romano desde su ventana todas las
noches hasta horas tardías después de que este hubiera estado hablando con
Angustias, su futura prometida. Además, Adela tiene malos sueños sabiendo que
Pepe es un amor prohibido porque está prometido con su hermana Angustias,
aunque ella se quiere salir con la suya y ser la prometida de Pepe.
La casa de Bernarda Alba
Fragmento
La Poncia: ¡Mata
esos pensamientos!
Adela: ¿Qué
sabes tú?
La Poncia: Las
viejas vemos a través de las paredes. ¿Dónde vas de noche cuando te levantas?
Adela: ¡Ciega
debías estar!
La Poncia: Con la
cabeza y las manos llenas de ojos cuando se trata de lo que se trata. Por mucho
que pienso no sé lo que te propones. ¿Por qué te pusiste casi desnuda con la
luz encendida y la ventana abierta al pasar Pepe el segundo día que vino a
hablar con tu hermana?
Adela: ¡Eso no
es verdad!
La Poncia: ¡No seas
como los niños chicos! Deja en paz a tu hermana y si Pepe el Romano te gusta te
aguantas. (Adela llora.) Además,
¿quién dice que no te puedas casar con él? Tu hermana Angustias es una enferma.
Ésa no resiste el primer parto. Es estrecha de cintura, vieja, y con mi
conocimiento te digo que se morirá. Entonces Pepe hará lo que hacen todos los
viudos de esta tierra: se casará con la más joven, la más hermosa, y ésa eres
tú. Alimenta esa esperanza, olvídalo. Lo que quieras, pero no vayas contra la
ley de Dios.
Adela: ¡Calla!
La Poncia: ¡No callo!
Adela: Métete
en tus cosas, ¡oledora!¡pérfida!
La Poncia: ¡Sombra
tuya he de ser!
Adela: En vez
de limpiar la casa y acostarte para rezar a tus muertos, buscas como una vieja
marrana asuntos de hombres y mujeres para babosear en ellos.
La Poncia: ¡Velo!
Para que las gentes no escupan al pasar por esta puerta.
Gacela 9
Gacela del amor maravilloso
Gacela del amor maravilloso
Con todo el yeso
de los malos campos,
eras junco de amor, jazmín mojado.
Con sur y llamas
de los malos cielos,
eres rumor de nieve por mi pecho.
Cielos y campos
anudaban cadenas en mis manos.
Campos y cielos
azotaban las llagas de mi cuerpo.
SARA BOLUMAR GÓMEZ
4º IES Cueva Santa de Segorbe.
Yo incluiría la Gacela 9 “Gacela del amor
maravilloso”, en el fragmento en el que Martirio pilla a Adela en el corral con
Pepe y Adela le dice que es suyo, que él la ama a ella y ella le ama a él.
ALICIA DOÑATE
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Identificaría La Gacela numero 9 amor
maravilloso con los encuentros que tiene Adela con Pepe el Romano y cuando una
de sus hermanas los descubren.
KATIE ELIZABETH
BEARDSELL
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Relaciono la Gacela nº 9 "Amor maravilloso" con el descubrimiento de la relación
secreta entre Adela y Pepe el Romano por parte de sus hermanas.
La casa de Bernarda Alba
Fragmento
Martirio: (En voz baja.) Adela. (Pausa. Avanza hasta la misma puerta. En voz
alta.) ¡Adela!
(Aparece Adela. Viene un poco despeinada.)
Adela: ¿Por qué
me buscas?
Martirio: ¡Deja a
ese hombre!
Adela: ¿Quién
eres tú para decírmelo?
Martirio: No es
ése el sitio de una mujer honrada.
Adela: ¡Con qué
ganas te has quedado de ocuparlo!
Martirio: (En voz alta.) Ha llegado el momento de
que yo hable. Esto no puede seguir así.
Adela: Esto no
es más que el comienzo. He tenido fuerza para adelantarme. El brío y el mérito
que tú no tienes. He visto la muerte debajo de estos techos y he salido a
buscar lo que era mío, lo que me pertenecía.
Martirio: Ese
hombre sin alma vino por otra. Tú te has atravesado.
Adela: Vino por
el dinero, pero sus ojos los puso siempre en mí.
Martirio: Yo no
permitiré que lo arrebates. El se casará con Angustias.
Adela: Sabes
mejor que yo que no la quiere.
Martirio: Lo sé.
Adela: Sabes,
porque lo has visto, que me quiere a mí.
Martirio: (Desesperada.) Sí.
Adela: (Acercándose.) Me quiere a mí, me quiere
a mí.
Martirio: Clávame
un cuchillo si es tu gusto, pero no me lo digas más.
Adela: Por eso
procuras que no vaya con él. No te importa que abrace a la que no quiere. A mí,
tampoco. Ya puede estar cien años con Angustias. Pero que me abrace a mí se te
hace terrible, porque tú lo quieres también, ¡lo quieres!
Martirio: (Dramática.) ¡Sí! Déjame decirlo con la
cabeza fuera de los embozos. ¡Sí! Déjame que el pecho se me rompa como una
granada de amargura. ¡Le quiero!
Adela: (En un arranque, y abrazándola.) Martirio,
Martirio, yo no tengo la culpa.
Martirio: ¡No me
abraces! No quieras ablandar mis ojos. Mi sangre ya no es la tuya, y aunque
quisiera verte como hermana no te miro ya más que como mujer. (La rechaza.)
Adela: Aquí no
hay ningún remedio. La que tenga que ahogarse que se ahogue. Pepe el Romano es
mío. Él me lleva a los juncos de la orilla.
Martirio: ¡No
será!
Adela: Ya no
aguanto el horror de estos techos después de haber probado el sabor de su boca.
Seré lo que él quiera que sea. Todo el pueblo contra mí, quemándome con sus
dedos de lumbre, perseguida por los que dicen que son decentes, y me pondré
delante de todos la corona de espinas que tienen las que son queridas de algún
hombre casado.
Martirio: ¡Calla!
Adela: Sí, sí. (En voz baja.) Vamos a dormir, vamos a
dejar que se case con Angustias. Ya no me importa. Pero yo me iré a una casita
sola donde él me verá cuando quiera, cuando le venga en gana.
Martirio: Eso no
pasará mientras yo tenga una gota de sangre en el cuerpo.
Adela: No a ti,
que eres débil: a un caballo encabritado soy capaz de poner de rodillas con la
fuerza de mi dedo meñique.
Martirio: No
levantes esa voz que me irrita. Tengo el corazón lleno de una fuerza tan mala,
que sin quererlo yo, a mí misma me ahoga.
Adela: Nos
enseñan a querer a las hermanas. Dios me ha debido dejar sola, en medio de la
oscuridad, porque te veo como si no te hubiera visto nunca.
(Se oye un silbido y Adela corre a la puerta, pero
Martirio se le pone delante.)
Martirio: ¿Dónde
vas?
Adela: ¡Quítate
de la puerta!
Martirio: ¡Pasa si
puedes!
Adela: ¡Aparta!
(Lucha.)
Martirio: (A voces.) ¡Madre, madre!
Adela: ¡Déjame!
(Aparece Bernarda. Sale en enaguas con un mantón negro.)
RAQUEL CASTAÑER CLAUSÍ
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Yo identifico la gacela nº 9 "Del amor maravilloso" como la
perspectiva con la que ve Adela su relación con Pepe Romano que en realidad la
está utilizando y la trata como a un animal.
La casa de Bernarda Alba
Fragmento
Martirio: No
seguirás mucho tiempo.
Adela: ¡Lo
tendré todo!
Martirio: Yo
romperé tus abrazos.
Adela: (Suplicante.) ¡Martirio, déjame!
Martirio: ¡De
ninguna!
Adela: ¡Él me
quiere para su casa!
Martirio: ¡He
visto cómo te abrazaba!
Adela: Yo no
quería. He ido como arrastrada por una maroma.
Martirio: ¡Primero
muerta!
ESTÍBALIZ TORRES GIL
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Relacionaría la gacela nº 09 " Amor Maravilloso " con el
segundo acto del libro (La Casa de
Bernarda Alba) cuando Adela se suicida a causa de creer que su amado
ha muerto.
La casa de Bernarda Alba
Fragmento
(Suena un disparo.)
Bernarda: (Entrando.) Atrévete a buscarlo ahora.
Martirio: (Entrando.) Se acabó Pepe el Romano.
Adela:
¡Pepe!¡Dios mío!¡Pepe! (Sale corriendo.)
La Poncia: ¿Pero lo
habéis matado?
Martirio: ¡No! ¡Salió
corriendo en la jaca!
Bernarda: No fue
culpa mía. Una mujer no sabe apuntar.
Magdalena: ¿Por qué
lo has dicho entonces?
Martirio: ¡Por
ella! Hubiera volcado un río de sangre sobre su cabeza.
La Poncia: Maldita.
Magdalena:
¡Endemoniada!
Bernarda: Aunque
es mejor así. (Se oye como un golpe.) ¡Adela! ¡Adela!
La Poncia: (En la puerta.) ¡Abre!
Bernarda: Abre. No
creas que los muros defienden de la vergüenza.
Criada: (Entrando.) ¡Se han levantado los
vecinos!
Bernarda: (En voz baja, como un rugido.) ¡Abre,
porque echaré abajo la puerta!
(Pausa. Todo queda en silencio) ¡Adela! (Se retira
de la puerta.) ¡Trae un martillo! (La
Poncia da un empujón y entra. Al entrar da un grito y
sale.) ¿Qué?
La Poncia: (Se lleva las manos al cuello.) ¡Nunca
tengamos ese fin!
(Las hermanas se echan hacia atrás. La Criada se
santigua. Bernarda da un grito y
avanza.)
La Poncia: ¡No
entres!
Bernarda: No. ¡Yo
no! Pepe: irás corriendo vivo por lo oscuro de las alamedas, pero
otro día caerás. ¡Descolgarla! ¡Mi hija ha
muerto virgen! Llevadla a su cuarto y vestirla
como si fuera doncella. ¡Nadie dirá nada! ¡Ella
ha muerto virgen! Avisad que al
amanecer den dos clamores las campanas.
Martirio: Dichosa
ella mil veces que lo pudo tener.
Bernarda: Y no
quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! (A
otra hija.) ¡A callar
he dicho! (A otra hija.) Las lágrimas
cuando estés sola. ¡Nos
hundiremos todas en un mar de luto! Ella, la
hija menor de Bernarda Alba, ha muerto
virgen. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio
he dicho! ¡Silencio!
Gacela 10
Gacela de la huída
Gacela de la huída
Me he perdido muchas veces por el
mar
con el oído lleno de flores
recién cortadas,
con la lengua llena de amor y de
agonía.
Muchas veces me he perdido por el
mar,
como me pierdo en el corazón de
algunos niños.
No hay noche que, al dar un beso,
no sienta la sonrisa de las
gentes sin rostro,
ni hay nadie que, al tocar un
recién nacido,
olvide las inmóviles calaveras de
caballo.
Porque las rosas buscan en la
frente
un duro paisaje de hueso
y las manos del hombre no tienen
más sentido
que imitar a las raíces bajo
tierra.
Como me pierdo en el corazón de
algunos niños,
me he perdido muchas veces por el
mar.
Ignorante del agua voy buscando
una muerte de luz que me consuma.
ELENA SÁEZ MARTÍNEZ
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
A la gacela 10: Cuando Bernarda se entera de
la relación de Pepe el Romano y Adela y Bernarda le dispara y Pepe se escapa.
La casa de Bernarda Alba
Fragmento
(Suena un disparo.)
Bernarda: (Entrando.) Atrévete a buscarlo ahora.
Martirio: (Entrando.) Se acabó Pepe el Romano.
Adela:
¡Pepe!¡Dios mío!¡Pepe! (Sale corriendo.)
La Poncia: ¿Pero lo
habéis matado?
Martirio:
¡No!¡Salió corriendo en la jaca!
Bernarda: No fue
culpa mía. Una mujer no sabe apuntar.
Magdalena: ¿Por qué
lo has dicho entonces?
Martirio: ¡Por
ella! Hubiera volcado un río de sangre sobre su cabeza.
La Poncia: Maldita.
Magdalena:
¡Endemoniada!
MARIÁN GÓMEZ VALERO
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Identifico la Gacela número 10 con el momento
del libro en el que la madre de Bernarda, María Josefa, quiere ir a casarse a
la orilla mar, huir para encontrar el amor y ser feliz, como bien dice el
título del poema.
ÓSCAR HERNÁNDEZ
MORENO
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Yo identifico la Gacela número 10 : el
momento que María Josefa que es la madre de Bernarda le dice que quiere
casarse a la orilla del mar y huir para poder encontrar el amor y ser
feliz.
La casa de Bernarda Alba
Fragmento
(Se oyen unas voces y entra en escena María Josefa, la
madre de Bernarda, viejísima, ataviada con flores en la cabeza y en el pecho.)
María Josefa:
Bernarda, ¿dónde está mi mantilla? Nada de lo que tengo quiero que sea para
vosotras, ni mis anillos, ni mi traje negro de moaré, porque ninguna de
vosotras se va a casar. ¡Ninguna! ¡Bernarda, dame mi gargantilla de perlas!
Bernarda: (A la Criada.) ¿Por qué la habéis dejado
entrar?
Criada: (Temblando.) ¡Se me escapó!
María Josefa: Me
escapé porque me quiero casar, porque quiero casarme con un varón hermoso de la
orilla del mar, ya que aquí los hombres huyen de las mujeres.
Bernarda: ¡Calle
usted, madre!
María Josefa: No, no
callo. No quiero ver a estas mujeres solteras, rabiando por la boda, haciéndose
polvo el corazón, y yo me quiero ir a mi pueblo. ¡Bernarda, yo quiero un varón
para casarme y tener alegría!
Bernarda:
¡Encerradla!
María Josefa: ¡Déjame
salir, Bernarda!
(La Criada coge a María Josefa.)
Bernarda:
¡Ayudarla vosotras!
(Todas arrastran a la vieja.)
María Josefa: ¡Quiero
irme de aquí!¡Bernarda!¡A casarme a la orilla del mar, a la orilla del mar!
Gacela 11
Gacela del amor con cien años
Gacela del amor con cien años
Suben por la calle
los cuatro galanes,
ay, ay, ay, ay.
Por la calle abajo
van los tres galanes,
ay, ay, ay.
Se ciñen el talle
esos dos galanes,
ay, ay.
¡Cómo vuelve el rostro
un galán y el aire!
Ay.
Por los arrayanes
se pasea nadie.
LAURA ESCRIG GÓMEZ
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Incluiría la Gacela 11, “Gacela del amor con cien años”, en el acto segundo cuando la
Poncia, Adela, Amelia, Magdalena y Martirio se asoman a la ventana para ver
pasar a los segadores que van al campo.
SOFÍA MARTÍN MARÍN
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Identificaría la Gacela Nº11 "Gacela del amor con cien años.",
con la parte de la historia de La Casa de
Bernarda Alba en la que las hermanas están en el patio y oyen a los hombres
que trabajaban en el patio volver de trabajar cantando canciones de trabajo.
La casa de Bernarda Alba
Fragmento
(Se oyen unos campanillos lejanos, como a través de
varios muros.)
Magdalena: Son los
hombres que vuelven al trabajo.
La Poncia: Hace un
minuto dieron las tres.
Martirio: ¡Con
este sol!
Adela: (Sentándose) ¡Ay, quién pudiera salir
también a los campos!
Magdalena: (Sentándose) ¡Cada clase tiene que hacer
lo suyo!
Martirio: (Sentándose) ¡Así es!
Amelia: (Sentándose) ¡Ay!
La Poncia: No hay
alegría como la de los campos en esta época. Ayer de mañana llegaron los segadores. Cuarenta o cincuenta
buenos mozos.
Magdalena: ¿De
dónde son este año?
La Poncia: De muy
lejos. Vinieron de los montes. ¡Alegres! ¡Como árboles quemados! ¡Dando voces y arrojando piedras! Anoche
llegó al pueblo una mujer vestida de
lentejuelas y que bailaba con un acordeón, y quince de ellos la contrataron
para llevársela al olivar. Yo los vi de
lejos. El que la contrataba era un muchacho de ojos verdes, apretado como una gavilla de trigo.
Amelia: ¿Es eso
cierto?
Adela: ¡Pero es
posible!
La Poncia: Hace
años vino otra de éstas y yo misma di dinero a mi hijo mayor para que fuera.
Los hombres necesitan estas cosas.
Adela: Se les
perdona todo.
Amelia: Nacer
mujer es el mayor castigo.
Magdalena: Y ni
nuestros ojos siquiera nos pertenecen.
(Se oye un canto lejano que se va acercando.)
La Poncia: Son
ellos. Traen unos cantos preciosos.
Amelia: Ahora
salen a segar.
Coro:
Ya salen los segadores
en busca de las espigas;
se llevan los corazones
de las muchachas que miran.
(Se oyen panderos y carrañacas. Pausa. Todas oyen en un
silencio traspasado por el
sol.)
Amelia: ¡Y no
les importa el calor!
Martirio: Siegan
entre llamaradas.
Adela: Me
gustaría segar para ir y venir. Así se olvida lo que nos muerde.
Martirio: ¿Qué
tienes tú que olvidar?
Adela: Cada una
sabe sus cosas.
Martirio: (Profunda.) ¡Cada una!
La Poncia: ¡Callar!
¡Callar!
Coro: (Muy lejano.)
Abrir puertas y ventanas
las que vivís en el pueblo;
el segador pide rosas
para adornar su sombrero.
La Poncia: ¡Qué
canto!
Martirio: (Con nostalgia.)
Abrir puertas y ventanas
las que vivís en el pueblo...
Adela: (Con pasión.)
... el segador pide rosas
para adornar su sombrero.
(Se va alejando el cantar.)
La Poncia: Ahora
dan la vuelta a la esquina.
Adela: Vamos a
verlos por la ventana de mi cuarto.
La Poncia: Tened
cuidado con no entreabrirla mucho, porque son capaces de dar un empujón para ver quién mira.
(Se van las tres. Martirio queda sentada en la silla baja
con la cabeza entre las manos.)
Gacela 12
Gacela del mercado matutino
Gacela del mercado matutino
Por el arco de Elvira
quiero verte pasar,
para saber tu nombre
y ponerme a llorar.
¿Qué luna gris de las nueve
te desangró la mejilla?
¿Quién recoge tu semilla
de llamaradas en la nieve?
¿Qué alfiler de cactus breve
asesina tu cristal?
Por el arco de Elvira
voy a verte pasar,
para beber tus ojos
y ponerme a llorar.
¡Qué voz para mi castigo
levantas por el mercado!
¡Qué clavel enajenado
en los montones de trigo!
¡Qué lejos estoy contigo,
qué cerca cuando te vas!
Por el arco de Elvira
voy a verte pasar,
para sentir tus muslos
y
ponerme a llorar.
VÍCTOR ALMENDROS
RIBAS
4º IES Cueva Santa de
Segorbe.
Identificaría
la Gacela número 12, en el acto tercero cuando Adela se suicida pensando que su
madre ha matado a su amado.
La casa de Bernarda Alba
Fragmento
Adela:
¡Pepe!¡Dios mío!¡Pepe! (Sale corriendo.)
La Poncia: ¿Pero lo
habéis matado?
Martirio:
¡No!¡Salió corriendo en la jaca!
Bernarda: No fue
culpa mía. Una mujer no sabe apuntar.
Magdalena: ¿Por qué
lo has dicho entonces?
Martirio: ¡Por
ella! Hubiera volcado un río de sangre sobre su cabeza.
La Poncia: Maldita.
Magdalena:
¡Endemoniada!
Bernarda: Aunque
es mejor así. (Se oye como un golpe.) ¡Adela!¡Adela!
La Poncia: (En la puerta.) ¡Abre!
Bernarda: Abre. No
creas que los muros defienden de la vergüenza.
Criada: (Entrando.) ¡Se han levantado los
vecinos!
Bernarda: (En voz baja, como un rugido.) ¡Abre,
porque echaré abajo la puerta!
(Pausa. Todo queda en silencio) ¡Adela! (Se retira
de la puerta.) ¡Trae un martillo! (La
Poncia da un empujón y entra. Al entrar da un grito y
sale.) ¿Qué?
La Poncia: (Se lleva las manos al cuello.) ¡Nunca
tengamos ese fin!
(Las hermanas se echan hacia atrás. La Criada se
santigua. Bernarda da un grito y
avanza.)
La Poncia: ¡No
entres!
Bernarda: No. ¡Yo
no! Pepe: irás corriendo vivo por lo oscuro de las alamedas, pero
otro día caerás. ¡Descolgarla! ¡Mi hija ha
muerto virgen! Llevadla a su cuarto y vestirla
como si fuera doncella. ¡Nadie dirá
nada!¡Ella ha muerto virgen! Avisad que al
amanecer den dos clamores las campanas.
Martirio: Dichosa
ella mil veces que lo pudo tener.
Bernarda: Y no
quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! (A
otra hija.) ¡A
callar he dicho! (A otra hija.) Las
lágrimas cuando estés sola. ¡Nos
hundiremos todas en un mar de luto! Ella, la
hija menor de Bernarda Alba, ha muerto
virgen. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio
he dicho! ¡Silencio!
Comentarios
Publicar un comentario